viernes, octubre 06, 2006

Del Blog del Valedor mis Valedores

¡Queremos Ches muertos..!

Las fuerzas de ultraderecha que en México siguen imponiendo su ley. La impusieron en el pasado, la imponen hoy, se aprestan a imponerla en el futuro cercano. A como dé lugar. Y qué a propósito la ley de causa y efecto: fue allá por septiembre de 1968, con un intervalo de días, cuando se escenificó una de las maniobras con las que se encenderían los ánimos de unas masas manipuladas que fácilmente cayeron hasta la bestialidad del linchamiento. Septiembre de 1968; lo proclamaba el matutino, tono triunfal:

¡Manifestación Anticomunista en la Plaza México..! Cerca de 12 mil ciudadanos y jóvenes (sic) se congregaron ayer para realizar un acto de desagravio a nuestros símbolos nacionales, que derivó en una exacerbada manifestación anticomunista…

Gritando: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, comenzaron a llegar, desde las once y media de la mañana, en compactos grupos que antes habían participado en otra manifestación en la Basílica de Guadalupe. A las 12 horas, 3 mil mujeres, jóvenes y ancianos, habían extendido numerosas mantas y exhibían pancartas: ¡Comunismo en México, jamás! Cristo Rey, tú reinarás, Contra los traidores, Muera la bandera rojinegra, Dios, patria, familia, libertad, Cristianismo sí, comunismo no, Apátridas comunistas fuera de México, etc..

El principal organizador, desde un micrófono, dirigía las porras: ¡México nunca será comunista! ¡Viva México! ¡Mexicano! ¿Estás dispuesto a defender a tu patria? Los gritos, las porras: ¡México, México!, subrayadas por el rítmico chocar de las manos de los asistentes: ¡Vivan los granaderos! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera Castro Ruz! Cuando ya había allí cerca de 12 mil personas, los dirigentes de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales dieron la orden y un grupo de muchachos salió al ruedo con un monigote hecho de cartón que representaba a los guerrilleros: gorra cuartelera, camisa y pantalón verde, luengas barbas, en las manos un libro nefando: el diario del Che..

El vocerío creció: gritos exasperantes (sic) exigían: ¡Quémenlo, quémenlo, quémenlo!, y quienes tal pedían subrayaban su exigencia con enérgicos ademanes, con el pulgar tenso, apuntando hacia la arena.

Alfonso Aguerrebere, desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: ¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apátridas!, volvió a gritar, y la multitud respondía exaltada: ¡Mueran! Alguien, en la arena, junto a un camión en el que había unas mantas con las siglas del MURO, exigía nervioso: ¡Gasolina, dónde hay gasolina! Otros acercaron cerillos al guerrillero y, segundos después, todo allí era fuego, gritos incontenibles, casi histeria. Los presentes entonaron nuestro sagrado Himno Nacional Mexicano…

Mantas y pancartas decían: El comunismo destruye a la familia, Comunismo en México nunca, Muera el comunismo, Dios, patria, familia y libertad. ¡Viva México! ¡Muera el comunismo! ¡Viva la Virgen de Guadalupe..!

De ahí al linchamiento, un solo pasó: Puebla, 18 de septiembre, 1968. “Un campesino y tres excursionistas fueron linchados por los habitantes del pueblo de San Miguel Canoa Personas desconocidas, instigadas por el cura católico Enrique Meza azuzaron a los habitantes contra el grupo, diciéndoles que se trataba de un grupo de comunistas…
Los sucesos se iniciaron el sábado por la mañana cuando un grupo de excursionistas empleados de la Universidad Autónoma de Puebla y un amigo procedente del DF trataron de ascender al monte Malintzin a cuyas faldas se encuentra San Miguel Canoa Obligados por el mal tiempo regresaron al pueblo y por lo avanzado de la hora no les fue posible hallar transporte hasta esta ciudad. Iban a pernoctar en San Miguel Canoa, pueblito de 5 mil habitantes. Buscaron asilo. Se les negó. ¿Serían abigeos? El campesino Lucas García ofreció a los jóvenes su casa

Al rato, las campanas de la capilla repicaban y por el micrófono del Zócalo se informó: había un grupo de comunistas, e iban a izar una bandera rojinegra Dos mil lugareños armados con rifles, cuchillos y pistolas, fueron a la casa de Lucas, exigiendo la entrega de los excursionistas. De nada valieron las explicaciones; él fue sacrificado a machetazos, y con él los empleados de la UAP. De milagro escaparon cuatro, uno fingiéndose muerto tras de recibir un machetazo en la cabeza..”

Las fuerzas de ultraderecha, mis valedores, que así, para su provecho, manipulan a unas masas dogmáticas, ignorantes y atacadas -atascadas- de prejuicios. (Lóbrego.)

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