DIARIO DE GUERRA (ELECTORAL)
El protagonista
Hay quien dice que AMLO es el político más popular en México desde Madero. Ha despertado pasión e interés insólitos. Se han escrito varios libros para denostarlo y algunos para explicarlo como un fenómeno. Yo mismo he intentado hacer una contribución en Las claves de Andrés Manuel.
Más allá del personaje, por obvio no resalta lo más importante: el fenómeno político que ha desencadenado su campaña y su presencia. Más de un tercio de la población se encontró con él en centenares de mítines. Resistió la mayor campaña mediática de descalificación y calumnias. Se autorganizó casi sin recursos y lo ha seguido con un entusiasmo y una fidelidad que no dejan de asombrar a sus colaboradores y amedrentar a sus adversarios.
Aunque gran parte de los obradoristas son gente pobre, también se han incorporado a la corriente masas urbanas, sectores medios, profesionistas, empresarios. Difícilmente podría etiquetarse a esta gente como "izquierdistas" del viejo estilo. Son progresistas y seguramente su posición política es respuesta a la desigualdad social y al estancamiento económico. México vive en un sistema tan injusto como el que tenía Inglaterra a principios del siglo xx. La estratificación que tiene un componente racial muy importante, otro acicate para buscar un cambio. El programa de AMLO es un intento de modernización: reactivar la economía e iniciar la redistribución del ingreso, sin el cual la economía de mercado no podrá funcionar y seguirá estancada.
Este segmento de la población que no quiere seguir la ruta conservadora es el verdadero protagonista en este dramático capítulo. Aunque es cierto que buena parte de la población pudo ser inducida a posiciones reaccionarias e histéricas, hay millones con un impulso muy poderoso que no podrá ser detenido.
Ibargüengoitia en los años ochenta decía que el PRI era corruptor, pero que dependía de una masa corrupta que buscaba ansiosa sus favores. El segmento clientelar de la población mexicana se ha reducido. La población está entrando en una cultura secular y la influencia de la Iglesia se ha reducido. El desarrollo del sufragio, la libertad de organización y de oposición se han abierto paso en los últimos 20 años. El partido único o predominante está en escombros. El intento del PAN de volverse un partido hegemónico aliándose con las viejas estructuras corporativas está destinado a un desastre. La gente es cada vez más crítica, exigente y participativa.
Por sí misma, la democracia es un acelerador de expectativas. El pueblo de México ha empezado a creer que mediante el sufragio puede cambiar su condición. La oligarquía y los sectores más reaccionarios pueden obstaculizar el crecimiento político, pero no podrán acabar con él.
Una interpretación certera del fenómeno se encuentra en los discursos de Carlos Monsiváis y Sergio Pitol al poner el énfasis en la "gente". Y en el magnífico discurso de Elena Poniatowska ante 2 millones el domingo pasado: "Es imposible imponer otra humillación como la de 1988"... "Ya se nos prendió el corazón y lo levantamos con orgullo aquí en el Zócalo, en el centro de nuestro país, el origen de todos los Méxicos".
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