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Carlos Avilés
El Universal
Domingo 06 de agosto de 2006
Por la entrada al salón de sesiones del Tribunal Electoral, las cámaras de televisión, fotográficas y grabadoras se concentran en torno de la figura de Germán Martínez Cázares, el representante de Acción Nacional ante el IFE, quien fija la postura de su partido, responde, pero no se le ve contento, alegre, por la resolución.
Y es curioso, porque nadie sonríe. Nadie festeja. Los pocos asesores o integrantes de los partidos que acudieron a una sesión, abarrotada por personal del propio Tribunal, salen sin hacer bullicio, apenas entre comentarios que suenan más a susurro que a emociones alteradas.
Quizá porque esto todavía no acaba, porque lo mejor está por venir, porque la aparente tranquilidad y calma con que se desarrolló la sesión contrastó con el pronóstico meteorológico para esta zona y con las nubes grises que se posaron sobre el Tribunal Electoral.
Y es raro, porque después de una sentencia, aunque sea intermedia como ésta, casi siempre una de las partes celebra la decisión y la otra se molesta y expresa su rechazo.
Pero aquí los únicos que cumplieron con este rol fueron Ricardo Monreal y Arturo Núñez, los encargados de la estrategia jurídica de la coalición Por el Bien de Todos, al momento de abandonar la sesión del Tribunal Electoral a tan sólo 30 minutos de que había iniciado.
Sólo fue cuestión de que el secretario general de acuerdos del tribunal, Flavio Galván, comenzara a leer el proyecto de sentencia, para que el semblante de Monreal se mostrara, más que desencajado, enojado.
Y no era para menos. Punto por punto se iban exhibiendo las debilidades que tenía la demanda de la coalición para pedir el recuento voto por voto.
"No se advierte cómo", "no se prueba por qué", "no se expresa cómo", "no se señala de qué forma", "no formulan razonamientos sobre...", eran las frases que se sucedían para demostrar que la demanda carecía de pruebas, cuando Ricardo Monreal y Arturo Núñez abandonaron, en silencio, el salón de sesiones sin esperar a conocer el sentido de la votación.
Se fueron sin escuchar las breves opiniones en favor del proyecto de los magistrados Alfonsina Navarro, José de Jesús Orozco, Mauro Reyes y Leonel Castillo; sin presenciar el silencio de los magistrados José Luna, Eloy Fuentes y Fernando Ojesto.
Y sin ver cómo el panista Germán Martínez, con un rostro serio, tomaba nota apresurado cuando el magistrado Mauro Reyes decía que esta etapa del juicio era de recuento y que todavía faltaba revisar la nulidad de casillas y la validez de la elección presidencial.
A unos metros de distancia, dentro del llamado búnker del Tribunal Electoral, un funcionario de rango menor mira a los manifestantes, escucha los gritos desesperados, los "vendidos, rateros, traidores" y hasta el "¡qué poca madre!". Sonríe. Voltea hacia su acompañante y le dice: "Ahora ya formamos también parte del complot".
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